Hoy, mientras caminaba hacia la congregación aun muy cerca de casa, un objeto que se encontraba en el camino llamo mi atención, un clavo grande de unas 3 pulgadas de largo, primero lo mire un poco curiosa y con poco interés, pero luego cuando aun solo había caminado un metro de distancia, tuve un impulso que me hizo regresar por el clavo, lo tomé y lo medí con el dedo pulgar, fue cuando me dí cuenta que medía unas 3 pulgadas, la razón por la cual hice esto, fue porque pensé de inmediato que con uno clavo como ese, fue colgado mi Señor Jesucristo en la Cruz, lo pensé y sentí en seguida que era una persona muy afortunada de haber recibido el regalo de la Salvación, por medio del sacrificio de mi Señor Jesucristo.
Seguí pensando oh Señor! esto te debió doler mucho tu lo hiciste por mí, para que yo tenga vida eterna y salvación, sanidad de mis enfermedades y consuelo en tu amor, no lo merecía, pero igual tu me lo diste todo, entonces vinieron a mi mente dos textos bíblicos extendidos, un en el libro de Jeremias 33: 1-3 otro en el libro de Isaias 53: 1-7, el primero lo separe con el mismo clavo, aun mientras caminaba, el segundo lo hicen la congregación unos minutos más tarde y lo separe con el separador de la Biblia.
Leí ambos textos estando en la iglesia y los marqué, con un lapicero y le puse la fecha de hoy, y de igual manera se quedaron marcados en mi corazón. Se lo comenté a unos hermanos de la congregación, y durante todo el día me quedé con estos versículos en mente, hasta tuve la ocasión de leerlos para mi amiga y hermana en Cristo Nancy, que me había visitado a pasar parte del día en su casa compartiendo con ella y sus hijos, esto fue después de salir de la Iglesia.
Compartimos sobre el significado de este maravilloso mensaje que Dios nos daba para este día y siempre. Entonces comentamos de la lectura que fueron libros escritos antes de Cristo, pero estaban hablando de Él y de lo que le habría de acontecer durante su vida y después de su muerte y resucreción.
Por ejemplo en Jeremías 33: 1-3 dice:
3:1 Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:
33:2 Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre:
33:3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Reflexionamos sobre el hecho de que Cristo, clama a Dios en todos los momentos de angustia y dolor en el Monte Sinai, antes de su entrega para ser latigado y posteriormente crucificado y estando en la cruz cuando entrego y encomendo su espíritu a Dios. Y todos sabemos que al tercer día el resucitó y luego ascendió a los Cielos y esta sentado a la diestra del Padre y reina en los cielos como en la tierra por siempre.
En el segundo texto: Isaias 53:1-7
53:1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
53:2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
53:3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
53:6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
53:7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
En este texto se nos anuncia los por venir, antes del clamor de nuestro Señor Jesuscristo. El Padre nos anuncia que por el seríamos renovados y que el tomaría nuestros pecados y con su sangre nos lavaría de toda culpa o pecado cometido si nos arrempentimos de corazón y hacemos la voluntad del Padre.
Este texto nos muestra el dolor que experimentó Jesus para que todas nuestras angustias y enfermadades fueran restauradas en Él.
No quiero terminar este escrito sin darle las gracias a mi Señor por su amor y sacrificio por mi vida.
Señor, hoy quiero agracer todo lo que haces por mí aun sin yo merecerlo, gracias por que Tú no tomas en cuenta mis defectos para amarme, que no me juzgas por mi apariencia, gracias por que tu me das mas de lo que yo merezco y gracias por lo que aun no te he pedido y tu me los das de todos maneras, gracias por ser mi Salvador y Señor por siempre amen y amen... Con todo mi amor, Raysa.
