ORAD POR LA PAZ DE JERUSALEN
La Palabra de Dios nos sugiere que oremos por la paz de Jerusalén, este el momento preciso para poner en acción este pedido que nos hace el Señor a través de su Palabra en Salmo 122:6-9
6. Pedid por la paz de Jerusalén: "Vivan tranquilos los que te aman. 7. Haya paz dentro de tus muros y tranquilidad en tus palacios." 8. Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti." 9. Por causa de la casa de Adonai nuestro Dios, imploraré por tu bien.
6. Pedid por la paz de Jerusalén: "Vivan tranquilos los que te aman. 7. Haya paz dentro de tus muros y tranquilidad en tus palacios." 8. Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti." 9. Por causa de la casa de Adonai nuestro Dios, imploraré por tu bien.
La Biblia es la fuente de sabiduría más exacta y perfecta, a la cual el hombre tiene acceso. En ella se pueden encontrar palabras de consejos para el crecimiento espiritual y moral, del conocimientos de la historia de todos los tiempos, de manejo adecuado de nuestras finanzas, de amor y fraternidad; pero lo más importante que podemos encontrar en ella, es la palabra de Vida eterna que nos viene dada por medio de nuestro Señor Cristo Jesús.
No hay placer más inmenso, como el saber, que si confesamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, podremos estar tranquilos sabiendo que, sí permanecemos fieles y firmes en el propósito, él hará conforme a como está escrito en su Palabra.
Me aboco pues a la fuente de mi inspiración:
Proverbios: 1:1-10
1:1 Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel. 1:2 Para entender sabiduría y doctrina, Para conocer razones prudentes, 1:3 Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad; 1:4 Para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura. 1:5 Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo, 1:6 Para entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos. 1:7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. 1:8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; 1:9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. 1:10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
